Antes de descender hasta sus aguas, este sendero nos propone hermosas vistas sobre la cuenca del río Hozgarganta, las sierras del parque, el Peñón de Gibraltar y, aún más allá, África. Sus aguas, no retenidas por presas ni embalses, descienden desde las estribaciones de la sierra del Aljibe entre agrestes hoces y canutos, para, llegadas al curso medio, bordear el cerro de las Asomadillas con un meandro que este sendero nos permite conocer, y disfrutar desde sus orillas.
Este antiguo Camino de Sevilla, empedrado en su primer trecho, nos conduce, entre acebuches y matorral diverso hasta un bujeo y una pista forestal que debemos atravesar.
Durante nuestra ascensión, flanqueada por muros de piedra, seguiremos el trazado de un cortafuegos hasta encontrarnos a nuestra izquierda con los primeros ejemplares de pino piñonero con los que se repoblaron esta sierra. Una nueva pista forestal será la indicación para desviarnos a nuestra izquierda y adentrarnos ya en la masa de pinar, por el que continuaremos en dirección suroeste hasta el cercano mirador de Las Asomadillas.
Situados en el mirador, podremos contemplar, si el día lo permite, el Peñón de Gibraltar y el pico Yebel Musa, en Marruecos, dominándose también el río Hozgarganta; más arriba divisaremos las Lomas de Cámara, y al fondo, la cumbre del Aljibe, la de mayor altitud del parque natural, motivo también de otros senderos señalizados que podremos recorrer con más tiempo.
Una vez abandonado el mirador, cruzaremos con precaución la carretera CA-8201, y buscaremos un camino que se adentra en el pinar con su regenerado matorral (brezo, lentisco, jara, mirto, majuelo, lavanda, etc.) y que sinuosamente desciende la ladera hasta el cauce del Hozgarganta.
Entre cantos rodados cruzaremos el río por una pasada que nos conducirá hasta la vereda conocida como La Maestranza, que discurre aguas abajo, prácticamente paralela en su margen derecha. En este tramo destaca la ausencia de bosques de ribera. Su explicación se debe a las fuertes crecidas que soporta el cauce en épocas de lluvias, impidiendo la instauración de otras especies que no sean las resistentes
adelfas que crecen entre sus cantos rodados.
Encontraremos muchas veces el sendero excavado en la arenisca, lo que denota el trasiego que tuvo este camino en tiempos no muy lejanos. Llegados a una casa nos desviaremos a la izquierda para atravesar el río y caminar por un suelo empedrado que nos llevará a las ruinas de un antiguo molino. Desde allí, el castillo ya es visible y sólo queda caminar por un carril de zahorra que, tras una subida, nos retorna a nuestro punto de partida.