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Información de la ruta:
Descripción de la ruta:

Este sendero nos ofrece la posibilidad de disfrutar de un paisaje marcado por los colores grisáceos de la desnuda roca caliza y el verde plata de las hojas de la encina. El agua ha modelado con paciencia las rocas de estas sierras, a veces con formas caprichosas que emergen, otras ocultas bajo los llanos en simas y cuevas. Proporciona también el verdor a estos prados utilizados para el pastoreo y comunicados por este camino ganadero que nos lleva hasta el cortijo de Líbar.

Comenzaremos recorriendo un primer ascenso que desde el pueblo nos lleva, entre olivares, hasta la Sierra de Juan Diego. Durante la subida, disfrutaremos de las vistas de la población, de sus calles y callejuelas que nos permiten imaginar su origen árabe, como arrabal de la ciudad de Ronda, y como atestigua también su propio nombre, Montejaque, montaña perdida, en árabe. Poco después, nos internaremos en el primero de los Llanos, El Almendral, en el que veremos algunos de los árboles que le dieron nombre, aunque hoy sean más abundantes encinas y majuelos.

Pero lo característico de este paisaje es el dominio de rocas grises, las calizas cuyas formas y texturas le confieren un particular aspecto.
Es la naturaleza de esta roca, sometida a una lenta erosión, la que determina la panorámica que observamos desde este lugar, denominado El Pozuelo, con llanos y dehesas transformados por el hombre en ricos prados en los que pasta el ganado.

Tras un primer y extenso prado, nos internamos en una dehesa de encinas muy antiguas. La dehesa también da alimento al ganado: además del pasto que crece bajo los árboles, los animales comen los brotes jóvenes de las ramas a su alcance, lo que hace que la parte inferior de sus copas aparezcan ramoneadas, segadas por sus bocas dándoles un aspecto característico. Estos ejemplares, dada su edad, son más débiles ante las plagas de los insectos perforadores y cuyos efectos podremos observar en pequeños agujeros practicados en las zonas del tronco desprovistas de corteza. Para combatirlos se intentan atrapar a los machos en trampas que utilizan como reclamo las feromonas de las hembras.

Después de pasar el cortijo de Líbar en cuyo patio interior se conserva un impresionante nogal. Esta construcción es una buena muestra del antiguo poblamiento de la zona y su incesante actividad ganadera.

Los roquedos y las paredes verticales que nos rodean sirven de refugio para gran cantidad de aves como las chovas piquirrojas, las águilas culebreras y, sobre todo, los majestuosos buitres leonados, a los que no será difícil ver planeando en círculos buscando reses muertas, y contribuyendo así al mantenimiento de este ecosistema, e impidiendo que éstas sean foco de enfermedades para el resto del ganado. Más adelante nos encontramos con la fuente de Líbar, que marcará el final del sendero.

 

Fotos de la ruta:
Mapa de la ruta y puntos de interés:
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