Esta sencilla ruta nos permite conocer algunos de los valores más emblemáticos que el Parque Natural La Breña y marismas del Barbate nos ofrece. Además de un más que agradable paseo por el pinar, su final nos reserva el encuentro con un destacado elemento patrimonial que da nombre al sendero, la Torre del Tajo, que corona un acantilado de más de cien metros de altura en alguna de sus paredes. Desde el mirador próximo, disfrutaremos de espectaculares vistas.
Nada más empezar encontramos a la izquierda un camino de conexión con el sendero del acantilado. Pero continuando por nuestro sendero, nos adentramos en un frondoso pinar de pino piñonero, árbol característico de este parque natural, que proporciona sombra a una gran variedad de plantas, arbustos y árboles de menor tamaño que componen el ecosistema, siendo las más representativas de este bosque los palmitos, lentiscos, acebuches, jaras, sabinas, enebros y retamas. Nuestro silencio se verá recompensado por los sonidos que emiten numerosas aves de pequeño porte. Viven aquí también un gran número de animales que pasan más inadvertidos, pero cuyos rastros son fácilmente reconocibles: mamíferos como el zorro y el meloncillo, pequeños roedores y numerosos reptiles, en especial el camaleón.
En el pinar de la Breña, el aroma a pino y a mar, se mezclan con el del romero, la lavanda y la melosa, entre otras plantas aromáticas que forman parte de la flora mediterránea. La combinación de olores, tanto en días lluviosos como en época calurosa es intensa y peculiar. Las sustancias responsables de las fragancias de estas plantas se denominan aceites esenciales, y además de su aroma tienen numerosas propiedades terapéuticas. Continuando nuestro camino, cruzamos uno de los muchos cortafuegos que surcan este pinar, antes de que aparezca por nuestra izquierda el sendero del Acantilado, que desde busca nuestro mismo destino: la torre y la costa escarpada.
Llegamos al fin a la Torre del Tajo, y justo detrás de ella, podremos disfrutar de hermosas vistas sobre la ensenada de Barbate, y las sierras del Retín y de la Plata. El tajo representa la ruptura entre la zona costera y la tierra. Sus salientes y oquedades sirven de hábitat a gaviotas argénteas, garcillas bueyeras y, en menor cantidad, palomas bravías y estorninos negros. Aquí termina nuestro sendero, pero no podemos perdernos la imponente vista del acantilado desde el mirador que hay a unos 160 metros hacia el oeste, continuando por el Sendero del Acantilado.